martes, 18 de mayo de 2010

Capitulo II (última parte)


Cuando la encontró, se acercó rauda, dispuesta a todo. Total sería sólo por esa noche. Era una chica llamada Consuelo, le decían Conti, la había visto varias veces en el Sunshine y siempre le gustó. La saludó con aires de triunfo, sabía que la atracción era mutua.

Comenzaron a bailar. Libres y seductoras. Recorrían la pista de baile sin importarles pasar a llevar a los demás, riendo y moviendo sus cuerpos con esa libertad que sólo aparecía cuando consumían alcohol o algún tipo de droga.

Estuvieron más de una hora en ese juego de seducción, con movimientos que cada vez se volvieron más eróticos y atrevidos. Era momento de dar el siguiente paso. Sin palabras, Antonia la tomó de la mano. Lentamente entre caricias y risas de complicidad avanzaron hacia una de las salas privadas con que contaba el Sunshine para los clientes frecuentes. Las luces rojizas le regalaban un ambiente de privacidad y lujuria al espacio. En el lugar había un gran espejo de muro a muro, el cual reflejaba los acontecimientos que nacían en ese espacio de sofás rojos y mesas de acrílico blancas con negro. Todo eso llenaba el ambiente de un inusual erotismo.

Antonia sacó uno de los paquetes que, horas antes, le había comprado a Feliciano, mientras Conti la observaba sentada en el sofá de tres cuerpos dando la espalda al gran espejo. Se acercó a ella y con un beso suave la empujó hacia atrás dejándola recostada frente a ella, con los labios recorrió su cuello, bajando lentamente hacia su estómago, llegó al principio de la polera negra, para levantarla lentamente hasta dejar su estómago descubierto. Sobre el armó dos líneas que inhaló lentamente mientras a Conti se le erizaba la piel con el contacto suave de Antonia en su cuerpo. Luego con una tarjeta de presentación acercó un poco de ese polvo blanco para que ella inhalara.

Antonia continuó recorriendo el torso de Conti, con una excitación que se fundía con la adrenalina del viaje de la cocaína por sus vías nasales, hasta lo más profundo de su cerebro. La beso suavemente y, poco a poco sus labios comenzaron a recorrer su rostro, sus hombros y su cuello mientras sus miradas se encontraban cómplices. En esos momentos las palabras sobraban, hablaban con la mirada, con gestos y tacto, con el roce de sus cuerpos.

Consuelo era una mujer linda, tierna y bastante inteligente, su pelo negro y ojos pardos le otorgaban un atractivo que no pasaba para nadie desapercibido, menos para Antonia. Sin embargo ella no creía en las relaciones, el compromiso con una persona no le parecía más que patrañas para justificar la razón de ser de la sociedad. La familia, la fidelidad, el amor para toda la vida y, sobretodo el matrimonio eran algo simplemente imposible de realizar, una utopía comprobadamente irreal y no estaba dispuesta siquiera a arriesgarse a verse involucrada en algo así. Estaba segura que esas cosas no generaban más que sufrimiento.

Pero esa noche estaba con Consuelo y no pensaba en esos temas que llevaba grabadas en su cerebro de una manera casi dogmática. Sólo pretendía pasarlo bien hasta que alguien les avisara que el pub cerraría y las retornara a la realidad, en donde Antonia se iría a su departamento y Conti volvería a casa. Con una disfrazada promesa de volver a verse.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que vas muy bien...el tema es que se me hace una eternidad la semana que hay que esperar para avanzar en la historia. quiero mas y ahora!!! suerte y animo...!

susana darkstar dijo...

oye me gusto mucho. yo tambien escribo, no tanbien como tu pero bueno, me parese ke tus relatos son bastante interesantes. pertenesco a un taller de literatura, en la biblioteca de santiago. si algundia pudieramos acodar ke nos visites seria genial. te dejo muchos saludos, ke tengas un bue dia, besos y abrazos.


p.d: seria aun mas genial ke pasaras por mi blog! jeje, bye.

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